Joaquim Mir ingresa en la Escuela de Bellas Artes de la Llotja de Barcelona en 1893. Su obra era muy innovadora para la época en el Estado español, aunque exenta de referencias a artistas europeos, pues es uno de los pocos pintores de su generación que no vivió en París. En 1900 llegó a Mallorca, donde residió durante tres años; en seguida inició sus itinerarios pictóricos por la costa de Tramuntana, junto a Santiago Rusiñol y el pintor mallorquín Antoni Gelabert. Su obsesión por conseguir un estilo propio le llevó a basarse en fuertes contrastes de luz y en la expresividad cromática, hasta llegar a la despreocupación por la forma a favor del dominio del color.
M.G.