Estudia en la Escola Superior de Belas Artes de Lisboa, ciudad en la que vive y trabaja en la actualidad. Sus primeras esculturas de la década de los ochenta recogen la vía figurativa a través de la escultura funeraria o elementos arquitectónicos como la columna, el arco o el pórtico, todos ellos ligados a la memoria y a la fugacidad de la vida. Posteriormente, acota su creación en torno a la utilización de elementos propios del ámbito doméstico como sillas y mesas, e incluso fragmentos de ellos, incidiendo en la relación entre la escultura y la vida cotidiana.
Sus esculturas no se encuentran aisladas del contexto en que se exponen sino que interactúan con el espacio que ocupan, activando la relación objeto-espacio. Croft transmite la idea de movimiento e inestabilidad de la vida a partir del empleo de estructuras aparentemente simples pero complejas al mismo tiempo gracias a la sucesión de planos y al uso de espejos y cristales, creando cierta ambigüedad e incluyendo al espectador en la misma obra. El dibujo y el grabado también forman parte importante de su trabajo y al igual que en la escultura evocan esa transformación del espacio mediante un juego de tensiones provocado por la geometrización de las formas y sus accidentes.
Representante de Portugal en las bienales internacionales de Venecia (1995) y São Paulo (1987), ha expuesto en instituciones y museos como la Fundação Calouste Gulbenkian de Lisboa (1994), la Fundação de Serralves de Oporto (1997), el Centro Galego de Arte Contemporánea de Santiago de Compostela (2003), el Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro (2006) y su obra está presente en prestigiosas colecciones públicas y privadas como la de la Fundação de Serralves, Oporto, la Fundació “la Caixa”, Barcelona, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid, la Colecção Berardo, Sintra, la Albertina, Viena, y el Centro Galego de Arte Contemporánea de Santiago de Compostela.
E.B.