• Jorge Eduardo Eielson, Paracas Pyramid, 1972 (detalle). Colección Archivio Eielson, Saronno. © de la obra, Martha L. Canfield, 2022
Jorge Eduardo Eielson, Paracas Pyramid, 1972 (detalle). Colección Archivio Eielson, Saronno. © de la obra, Martha L. Canfield, 2022

TEA Tenerife Espacio de las Artes
Jorge Eduardo Eielson.
El nudo vertical

Lugar: TEA Tenerife Espacio de las Artes

La exposición «El nudo vertical», dedicada al artista Jorge Eduardo Eielson (Lima, 1924 – Milán, Italia, 2006), brinda la oportunidad de examinar su producción artística desde finales de los años cincuenta hasta sus últimos trabajos realizados. Eielson es uno de los artistas plásticos y poetas más radicales, en el sentido íntegro de la palabra, y poliédricos, con diversos modos de cuestionar el mundo en el que vivimos a través de una síntesis de elementos gráficos y referencias culturales.

Este proyecto expositivo, de carácter retrospectivo e inédito en Europa, explora la relación que el artista mantuvo con la literatura, sobre todo la poesía, y con la plástica. Un diálogo fructífero en el que confluye la reflexión que lleva a cabo en torno al lenguaje. Lenguaje entendido como estructura en la que el símbolo apunta, por igual, a un principio y a un final, lenguaje que responde a códigos gráficos y visuales que apelan a la razón y a la intuición.

Más conocido en América Latina por su labor como poeta, perteneciente a la llamada «Generación del 50» –junto a exponentes de la literatura peruana tan renombrados como la poeta Blanca Varela, o los escritores Javier Sologuren, Sebastián Salazar Bondy o Julio Ramón Ribeyro–, Jorge Eduardo Eielson desarrolló desde el autoexilio europeo un complejo y siempre cambiante cuerpo de obra en el que inició un diálogo inédito con aspectos de la cultura precolombina peruana, teniendo como elemento clave los quipus andinos. Los quipus eran sistemas de cuerdas anudadas utilizadas, desde hace más de mil años, en el registro de información contable y/o narrativa en los Andes. Esta forma de escritura sin palabras ni papel combinaba la experiencia táctil y visual para codificar y decodificar significados.

Sus primeros trabajos plásticos parten de una reflexión en torno al paisaje, entendido como interfaz en la que abrir grietas para entender formas de pensamiento. Poco a poco lleva a cabo una labor de simplificación y síntesis en la que el quipu adquiere presencia autónoma en diálogo con el color. El nudo se usaba como fórmula de representación universal, y sobre ellos recaen, a modo de metáfora, las complejidades que caracterizaban al conjunto de la sociedad.

A medida que se acerca a la década de los setenta, sus investigaciones lo llevan a pensar el espacio y cómo algunos elementos pueden habitarlo a partir de una serie de tensiones que apuntan a un fuera de campo.

A lo largo de toda su carrera, durante la cual vivió mayormente en Italia, mantuvo un diálogo entre la cultura precolombina y la mitología mediterránea. A través de este vínculo entre ambas culturas, el artista busca el lugar universal que une a todos los seres humanos, y apunta a lo astral o a lo espacial como lugares en los que el ser, no solo humano, debe entender y conocer.

Su trabajo plástico fue rápidamente reconocido en la década de los setenta, momento en el que formó parte de la Documenta V comisariada por Harald Szeemann, considerada una de las más importantes del siglo XX, la Bienal de Venecia del 72 o, incluso, de los Juegos Olímpicos de Múnich (cancelados por el ataque terrorista).

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30 de junio de 2023 → 9 de septiembre de 2023
Comisariado: Imma Prieto

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