• Otras miradas
  • Tarjeta postal de Jorge Luis Borges a Adriano del Valle, 1919-1923. Biblioteca Nacional de España
  • Norah Borges, Sin título, ca. 1920-2. Colección Es Baluard Museu d´Art Modern i Contemporani de Palma. Donación Pere A. Serra
Otras miradas

OTRAS MIRADAS

Otras miradas es una iniciativa de la Biblioteca Nacional de España y Acción Cultural Española para conmemorar el Tricentenario de la Biblioteca cuyo objetivo era que las obras allí depositadas salgan al encuentro de museos nacionales y autonómicos; Manuscritos, dibujos, grabados, lienzos, mapas, fotografías y libros entablan un diálogo con piezas de más de una treintena de instituciones españolas. La BNE y Acción Cultural Española (AC/E) quieren con esta iniciativa acercar los 300 años de historia de la Biblioteca Nacional de España a otras comunidades.

Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma ha sido el museo elegido en las Illes Balears para mostrar, bajo el comisariado de Juan Manuel Bonet, el diálogo entre una carta postal -procedente de la BNE- escrita desde Toledo por los hermanos Jorge Luis y Norah Borges al poeta ultraísta Adriano del Valle y un fresco de Norah Borges perteneciente a la colección permanente del museo.

Jorge Luis Borges y su hermana la pintora y grabadora Norah Borges pasaron parte de sus años españoles (1919-1921) en la isla de Mallorca. A España llegaron con sus padres, procedentes de Ginebra, donde habían residido desde1914. A orillas del lago Léman, ambos se empaparon de modernidad, principalmente expresionista. Ya en España, a ese bagaje se le vino a sumar el recién fundado movimiento ultraísta, al cual se incorporaron con entusiasmo, Jorge Luis como poeta y ensayista, y Norah como pintora y grabadora. Aquel compromiso llevaría a Borges a colaborar en revistas como la coruñesa Alfar, la palmesana Baleares, la sevillana Grecia, o las madrileñas Reflector o Ultra, y a terminar contagiando de ultraísmo, tras su vuelta a Buenos Aires, acaecida en 1921, a toda su generación literaria argentina, antes de renegar de lo que consideraría como un pecado de juventud. También la pintora estuvo presente en publicaciones como las citadas–a la lista cabría añadir la lucense Ronsel–, donde coincidió con colegas como Alberto, Rafael Barradas, Francisco Bores, Salvador Dalí, Robert y Sonia Delaunay, José Gutiérrez Solana, Wladyslaw Jahl, Francisco Mateos, Benjamín Palencia, Marjan Paszkiewicz, Carlos Sáenz de Tejada…   
 
La pieza de Norah de la colección Es Baluard, constituye una preciosa reliquia: un fresco de colores desvaídos, representando una maternidad llevada a un terreno de gran cotidianeidad, y pintado por Norah Borges, en 1920, durante la segunda y última estancia mallorquina de la familia, en la escalera del Hotel del Artista, de Valldemossa, en el cual se alojaban. Fresco que estuvo tapado muchísimos años, y que finalmente fue desgajado de la pared, y adquirido por Pere A. Serra, que en 2004 lo depositó en la pinacoteca de Palma de Mallorca, ciudad en cuyo Hotel Continental pintó por cierto Norah Borges un segundo fresco, desaparecido, en colaboración con el pintor sueco Swen Westman. Si su hermano asimiló el venero de la poesía expresionista alemana, más Walt Whitman o Romain Rolland, ella en paralelo, como puede comprobarse ante  esta imagen, aprendió mucho de los grabadores de esa misma escuela, así como del flamenco Frans Masereel. Ese bagaje, y el de Marie Laurencin y otras modernas de aquella Europa, constituye el punto de partida de una obra en la cual la memoria de la infancia desempeña un papel fundamental, y en la cual a los temas españoles se les sumarán enseguida los del Nuevo Mundo.   
 
Una postal toledana, de 1920, de los hermanos Borges a Adriano del Valle es la pieza de la Biblioteca Nacional elegida para dialogar con el fresco. El poeta ultraísta había sido el principal interlocutor de su colega argentino durante la estancia de la familia (invierno de 1919-1920) en la capital andaluza. Él fue quien lo llevó a la redacción de la revista Grecia, que dirigía el pintoresco Isaac del Vando-Villar, al cual el Borges de la madurez dedicaría palabras de escarnio. En el núm. 37 de Grecia, de 31 de diciembre de 1919, fue donde apareció «Himno del mar», primer poema impreso de quien hoy es justamente considerado como uno de los valores más universales de las letras de todos los tiempos. Poema tan impregnado de Rubén Darío —y del citado Walt Whitman— como los que por aquel entonces escribía el propio Adriano del Valle, que estaba dando el gran salto de los clarines modernistas, al Ultra, tendencia que su amigo porteño adoptó él también con entusiasmo, aunque fuera para luego, como ya he indicado hace unas líneas, descreer de ella, como en general de cuanto oliera a vanguardias. En la revista, Norah Borges fue objeto de encendidos homenajes del sevillano, que por aquel entonces la pretendía, aunque finalmente quien se casaría con ella sería Guillermo de Torre, el líder del ultraísmo madrileño, que ya en 1923, en la composición que le dedica en Hélices, su único poemario, la calificaba de «fémina porvenirista». Uno ya ha escrito en alguna ocasión anterior, que si escribiera una novela y como protagonista se inventara a un personaje amigo sucesivamente de Federico García Lorca en la Universidad de Granada, de Jorge Luis Borges en la Sevilla ultraísta, y   de Fernando Pessoa en la Lisboa de Contemporánea, visitada con motivo de su viaje de bodas, el lector protestaría por inverosimilitud. Ese personaje, sin embargo, existió, y fue Adriano del Valle. Un poeta que esperaría a 1934 para publicar su primer y magnífico poemario, Primavera portátil, editado —en París, y en poquísimos ejemplares— e ilustrado con litografías en color por Eugenio d’Ors. Un poeta no incluido por Gerardo Diego en ninguna de las dos ediciones sucesivas (1932, 1934) de su canónica antología, definidora de un tiempo que ambos habían vivido desde posiciones bastante similares, pero durante el cual el sevillano, a diferencia del cántabro, no había publicado libro alguno. Un poeta que en la guerra civil se convertiría —al igual por cierto que Gerardo Diego— en uno de los principales intelectuales del bando franquista. Hechos todos ellos que explican el injusto olvido en que yace hoy su nombre, y el que no exista  edición viva de su obra, exceptuando un volumen con sus escritos en torno a Fernando Villalón.
 
Retornados a Buenos Aires con sus padres en 1921, Jorge Luis y Norah Borges dedicaron grandes esfuerzos a trasplantar allá la buena nueva ultraísta. El primer signo, fue, aquel mismo año, la revista mural Prisma, en la cual colaboró Adriano del Valle. En Valencia, en el IVAM, pueden consultarse los dos números de la misma, en ejemplares que fueron de su propiedad. Surgió luego Proa, copia, durante su primera etapa, de Ultra de Madrid. En 1923 Norah Borges realizó la cubierta de Fervor de Buenos Aires, el primer libro de su hermano, que en él criolliza magistralmente el ultraísmo. La reseña de Fervor de Buenos Aires en la madrileña Revista de Occidente la escribió precisamente Ramón Gómez de la Serna, y en ella menciona a la pintora, con la cual el firmante de estas líneas, en el Buenos Aires de 1990, hablaría largo y tendido de sus años ultraístas.

(Juan Manuel Bonet)

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Temporales
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9 de octubre de 2012 → 9 de diciembre de 2012
Comisariado: JUAN MANUEL BONET

Artistas:
NORAH BORGES, JORGE LUIS BORGES