Personae. Máscaras contra la barbarie
«Personae. Máscaras contra la barbarie» es una revisión y análisis de la Colección que parte de una de las líneas de investigación que define la identidad de esta: pensar el cuerpo humano como reflejo de las situaciones sociopolíticas de cada época.
A partir de una de las piezas clave del museo, el conjunto de marionetas y dibujos realizados por Miró en torno al texto de Alfred Jarry, Ubu Roi, se plantea cómo, desde la Antigüedad, el ser humano ha necesitado crear un alter ego, otro yo, un disfraz, para poder expresarse en libertad cuando el contexto histórico no lo permite. Desde ahí se profundiza en la investigación que nos acerca a la creación de la identidad a partir de un análisis enraizado en la relación que se establece entre el cuerpo, el individuo y la imagen.
La propuesta activa algunas de las obras fundacionales de la Colección de Es Baluard Museu, junto con algunas de nueva incorporación, bajo un nuevo paradigma: la necesidad de escribir nuevas narrativas en torno al legado patrimonial a partir de constantes que siempre han definido cada periodo.
Interesa señalar cómo a lo largo del siglo XX y XXI se ha transformado la mirada en torno al sujeto y cómo dicha transformación ha dado lugar a un nuevo imaginario. Acercarnos a representaciones ancladas en los años veinte, cincuenta, setenta o a principios de nuestro siglo, permite que nos preguntemos quiénes somos o, sobre todo, qué imposibilita que podamos ser.
La exposición se presenta a partir de tres ámbitos diferenciados. El primero surge del conjunto de materiales que forman parte de la investigación que Miró realizó y que concluyó con la adaptación teatral Mori el Merma (estrenada en el Teatre Principal de Palma en 1978 en colaboración con Joan Baixas). Los personajes no escatiman nepotismo y cierta decadencia filtrada por altas dosis de ironía. Al conjunto lo acompaña la pieza sonora que el creador Robert Wilson ha realizado para la ocasión. La propuesta genera una atmósfera de la que se desprende crítica y vindicación frente a la injusticia.
El segundo ámbito se centra en una serie de manifestaciones pictóricas, en su gran mayoría realizadas a partir de la segunda mitad del siglo XX, que nos introducen en la transformación que ha sufrido la representación del cuerpo humano. Amputaciones, fragmentos y rostros enajenados crean un universo desde el que pensarse a uno mismo, provocando entender la falta de derechos civiles que permitirían hablar de un contrato social justo en el que los ciudadanos puedan ser en libertad.
Por último, asistimos a diversas propuestas, realizadas en su mayoría entre los años setenta del siglo XX y la actualidad, que parten de una reflexión originada en la cuestión identitaria. Así nos aproximamos a distintos trabajos, tiempos y contextos en los que la persona reivindica su falta de libertad para pronunciarse desde su voz verdadera. Opresiones de diversa índole vienen a caracterizar nuestro presente más inmediato provocando cierta deformación a la hora de acercarnos a una imagen, fiel, de los cuerpos. Asistimos a una suerte de iconografía en la que el gesto artístico deviene motor de reivindicación a partir de la aceptación de diversas subjetividades críticas que conforman nuestras sociedades contemporáneas, produciendo una multiplicidad de encarnaciones corpóreas.
En tiempos en los que el peso de la moral y el dogma se resuelve como modus vivendi con el único fin de vetar la libertad de expresión, la exposición resitúa el foco sobre el significado de «persona» conduciéndonos de un modo directo a la defensa de los derechos fundamentales.