EL ARTISTA AVELINO SALA REALIZA UNA INTERVENCIÓN EN ES BALUARD CON MOTIVO DE LA ‘NIT DE L’ART’

19 de septiembre de 2013

EL ARTISTA AVELINO SALA REALIZA UNA INTERVENCIÓN EN ES BALUARD CON MOTIVO DE LA 'NIT DE L'ART'

EL ARTISTA AVELINO SALA REALIZA UNA INTERVENCIÓN EN ES BALUARD CON MOTIVO DE LA 'NIT DE L'ART'

S.O.S. es el título de la obra que Avelino Sala ha llevado a cabo en el baluarte de Sant Pere, dentro del recinto de Es Baluard. Se trata de un proyecto de Art Palma Contemporani, associació de galeristes, coordinado por Es Baluard y Fernando Gómez de la Cuesta que podrá verse durante la Nit de l'Art, el 19 de septiembre de 2013, y en las jornadas posteriores.

Avelino Sala (Gijón, 1972) es artista, comisario y editor, uno de los artistas españoles más prometedores y cuyo trabajo ha logrado gran proyección a nivel internacional en los últimos años. En sus inicios, su obra ha tomado impulso en los alrededores de su propia biografía, con trabajos protagonizados por él mismo. Sin abandonar el dibujo, la disciplina que más ha frecuentado, la escultura en sus más variadas formas, o la fotografía, Sala ha ido dando cada vez más relevancia al soporte vídeo, de importancia central en su producción más reciente. Comprometido con cuestiones sociales y de lectura política, sus intervenciones y acciones en el espacio público obedecen a esta línea de hacer reflexionar al espectador sobre los tiempos en los que se vive.
 
La instalación S.O.S., ubicada en la entrada de Es Baluard, es fruto de la colaboración de un proyecto privado, La Nit de l’Art, impulsado por las galerías de Palma de Mallorca como vía de visibilidad y apoyo conjunto entre lo museístico y la iniciativa impulsada por la sociedad civil, un objetivo en desarrollo en la nueva etapa del museo.
 
Según señala el autor, la obra permite pensar sobre cómo en estos tiempos extraños de cambios e inestabilidad, cuando parece que todo se parte y las cosas no son como pensábamos:
 
“los artistas, si es que tenemos capacidad para contar algo, debemos contar las cosas como son, y parece que cuando todo se desmorona no nos queda más que hacer barricadas, derribar marcas y plantear otros mundos, otras miradas que nos permitan intuir alguna vía para la esperanza. El Armaggedon (de la cultura) se acerca, y esto nos acerca más a las ruinas romanas que a los templos del espectáculo en los que se han convertido los centros de arte. Los artistas, esos personajes secundarios de casi todas las películas, son, sin embargo, el sustento de todo el teatro que se conforma en este extraño espectáculo de la contemporaneidad tan pasmosa como absurda. No podemos desilusionarnos porque ya sabíamos que nadie nos había invitado al baile. Porque el arte de la resistencia (cultural) ante el desierto hegemónico no sabemos si nos conduce a ningún lugar o solo es otra travesía por el desierto. Hay que abandonar cualquier arbitrariedad para centrarnos en el arte como catalizador real del discurso crítico que ayude a aportar algo, una idea que, lejos de ser forzada a la radicalidad, se acerque a lo honesto. El arte puede reforzar nuestra postura ética y confeccionar el reflejo de un mundo que no sólo cambia a una velocidad estratosférica sino que además lo hace de manera caótica. No sabemos si estamos aquí para combatir o sólo para observar y dar, como los juglares, una visión de lo que pasó sin más. Estamos alojados más que nunca en esa idea de Gramsci sobre la construcción de la hegemonía como un proceso de creación de verdad y de consenso. Se trata de la capacidad de los grupos dominantes de perpetuar sus intereses de forma que las clases dominadas los perciban como intereses comunes. Es, según sus propias palabras, “el consentimiento activo de los dominados”. Ese consentimiento activo en el que caemos todos, pero que podemos intentar evitar en la medida de lo posible. Esa manera de escapar puede canalizarse perfectamente a través de la obra de arte. “Paz entre pueblos, guerra de clases” es una frase que me encontré el otro día en pleno barrio de Gracia de la ciudad de Barcelona. Esta frase muestra abiertamente la fractura que a pasos agigantados se está gestando en una Europa que camina con paso firme a una suerte de centroamericanización, un camino hacia una estructura social conformada por una oligarquía de ricos y grandes masas de pobres. La clase media está condenada a la extinción. El problema aparece cuando los artistas no sabemos dónde nos encontramos, porque la práctica artística no deja de cimentarse en lo paradójico". (Avelino Sala, Palma de Mallorca, 16 de septiembre de 2013).