Esta obra es un óleo sobre madera de mediano formato donde Miriam Cahn plantea un realismo subjetivo basado en la reinterpretación de la figura femenina, eliminando cualquier signo de identidad. La artista nos alerta de una situación aparentemente peligrosa, una composición que ya ha tratado en obras anteriores. Las manos, como ella misma define, son su «instrumento de pensamiento».

Miriam Cahn es una creadora multidisciplinar que trata la naturaleza humana, el significado de ser mujer y el sentido de autodeterminación. El cuerpo es el motivo sobre el que trabaja de forma más reiterada, abordándolo desde su condición material y física, e investigando los diferentes significados asociados al mismo: abyección, vulnerabilidad e ignorancia aparecen de manera recurrente en su obra. Estos temas, junto con complejas preocupaciones sociopolíticas, son afrontados por la artista figurativamente, aunque hallamos en su obra tintes fuertemente expresionistas. A lo largo de la trayectoria de esta creadora podemos encontrar, además, composiciones paisajísticas y poderosas referencias en contra de las guerras de Sarajevo, Irak o Siria. La obra de Cahn realizada en las décadas de los setenta y ochenta se caracteriza por dibujos de gran formato que la llevan a trabajar directamente en el suelo, evitando cualquier distancia mediativa entre la técnica y el tema; un trabajo gestual que adquiere una dimensión performática. En los noventa encontramos una predominancia de pintura al óleo, obras en las cuales el color cobra protagonismo en el vocabulario visual de la artista, influida por las imágenes provenientes de la publicidad y los medios de comunicación de masas. Cahn utiliza frecuentemente el rojo para resaltar los genitales y denotar cuestiones relativas a la sexualidad y la fertilidad. Rastros de su proceso creativo, incluidas las huellas dactilares y otras marcas, a menudo son visibles en sus trabajos, vinculando la imagen resultante con el gesto performativo.

I.A.