Island of a perfect world III, de Baltazar Torres, evoca una construcción de una microciudad fría y desolada, sin habitantes, pero que sin embargo incluye ciertos personajes solitarios y melancólicos. El artista invita a reflexionar sobre la manera en que vivimos y cómo organizamos las ciudades. A través de una maqueta, elemento base de la arquitectura, elaborada con un material frágil, muestra un simulacro de construcción débil, de un tamaño que podría recordarnos a un juguete, con unos habitantes como muñecos que podemos dominar y con los que podemos jugar. Torres utiliza la metáfora y una sutil ironía como medio para reflexionar sobre ese mundo que habitamos y la relación del hombre con su entorno más cercano. La obra es una lectura crítica e inconformista al sistema, a la especulación y al consumo a través de una puesta en escena singular.

La investigación de Baltazar Torres se centra en la relación del hombre con ese contexto que le condiciona, es el eje conductor de toda su producción artística. El espacio construido produce un impacto en el ser que lo habita, nos obliga a amoldarnos a sus líneas cuando tendría que amoldarse él a las nuestras. Esa ciudad y sus construcciones son las que acaban convirtiendo al ser humano en prisionero en su propio espacio, intentando escapar siempre hacia la naturaleza en cuanto puede.

R.E.